sábado, 6 de octubre de 2007

jugo terapia







Cada día la gente se interesa más por tener una alimentación sana y natural, debido a que nos hemos dado cuenta de que esto nos proporciona bienestar y salud, mantiene nuestro cuerpo sano y equilibrado o lo restablece si se encuentra enfermo. Una forma de lograr una alimentación sana consiste en consumir frutas y verduras en lo que cada día se va definiendo como una terapia general coadyuvante de otras terapias.


Se conoce como JUGOTERAPIA (terapia de jugos de frutas y verduras) al método que, bien llevado, no provoca efectos secundarios, y cura una amplia gama de enfermedades originadas por deficiencias alimenticias, sobre todo en la actualidad debido a la industrialización equivocada de los alimentos, a su producción inadecuada y a la alteración en los componentes de la tierra por la utilización de plaguicidas y fertilizantes químicos.




La administración de jugos, el nulo efecto secundario que presenta, la rápida y fácil asimilación y el poco residuo que dejan en el intestino los productos de esta terapia, la hacen muy conveniente como ayuda a diversos padecimientos; y digo como ayuda, porque hay que recordar que ninguna medicina es curativa, es decir, se vierten en el organismo los elementos que son necesarios en ese momento para que éste realice la complementación de algún elemento nutricional del cual carece o está presente en forma deficiente, por lo que su acción es alimenticia, revitalizadora, energética, algunas veces plástica, enzimática, química y como mecanismo de arrastre y eliminación de las sustancias no adecuadas al cuerpo con su acción depuradora y desintoxicante a través de su contenido iónico o electromagnético.


La terapia de jugos de frutas y verduras tiene sus bases y principios, los cuales describiremos a continuación para comprender mejor sus alcances y límites.
Las frutas se clasifican en dulces, agridulces, ácidas y secas.












Una subdivisión las clasificaría en oleaginosas (frutas que contienen aceites o grasas) y feculentas (las que contienen almidones o harinas); otra subdivisión contemplaría su contenido vitamínico y mineral. Aquí cabe advertir el uso cuidadoso de las frutas en padecimientos cardiacos, renales y circulatorios por los minerales de sodio y potasio, por su contenido en azúcares o hidratos de carbono (moléculas formadas por hidrógeno, oxígeno y carbono) que son importantes por ser un alimento energético de fácil asimilación y utilización por el organismo.


La clasificación de estos azúcares depende de su composición química y de dónde se obtiene. Tenemos la glucosa que se encuentra en las frutas dulces; la levulosa la contienen algunas frutas y la miel; la sacarosa se halla en la remolacha y caña de azúcar; la maltosa está contenida en la cebada germinada, malta y sudáceos del café; la amilasa en la semilla de los cereales, los tubérculos como la papa, en general las harinas o almidones llamadas féculas.
Las dextrinas son derivadas de la amilasa obtenidos por hidrólisis.
Existen lípidos, que son las grasas o aceites contenidos en las frutas y vegetales los cuales son una gran fuente energética de reserva; las proteínas, o sus componentes los aminoácidos, tienen como función la estructura plástica y genética de los cuerpos vivientes, por lo que efectúan la función en cierta forma reguladora de vida, de defensa, de los procesos enzimáticos, de las reacciones físico-químicas, de transporte de elementos, etc.; y por último los minerales y oligoelementos que tienen dos formas diferentes de actuar, los llamados elementos constructores que van a formar las estructuras de sostén del cuerpo como los huesos, dientes, etc., y los elementos catalíticos (sustancias que aceleran o retardan una acción física o química); de este grupo tenemos al azufre que tiene la particularidad de eliminar las sustancias tóxicas, el calcio que mantiene los huesos fuertes, al igual que el cloro, cobre, fósforo, flúor, hierro, manganeso, magnesio, potasio, sílice, sodio y yodo.


Algo importante de las frutas es su contenido de vitaminas, debido a la creciente deficiencia de éstas en los alimentos por las razones antes dichas y por la forma de vida que se lleva en las grandes urbes. Es necesario el aporte vitamínico que se encuentra en dichos alimentos, pero la cantidad de nutrientes no es uniforme. Así tenemos que aquellos que están en mayor proporción son la vitamina A, el complejo B (B1, B2, B6, B12), las vitaminas C y E (antioxidantes), la vitamina D que ayuda a la fijación del calcio, la vitamina K o antihemorrágica, la P y la Pp; en menor proporción tenemos las vitaminas B3, B15, B17, la vitamina H, la cholina, el inositol, el ácido fólico, el ácido pantoténico y la carnitina, sin olvidarnos del agua que actúa como catalizador de las reacciones químicas del cuerpo. Todo esto da como resultado que se manifiesten en todos los cuerpos, como el de los vegetales y frutas, campos de fuerza y energía como son el campo eléctrico y el campo magnético. Un ejemplo del primero se presenta en las verduras u hortalizas con sus hojas, tallos, bulbos, raíces, etc.


Del segundo, el campo magnético, sabemos que está presente en las frutas. Estas dos corrientes, una vez depuradas dentro del aparato trófico del cuerpo humano, forman ese anhelado equilibrio electromagnético, que da al hombre bienestar, euforia física e interna. Todo esto tiene su base en las leyes naturales, gracias a las cuales sabemos que existen alimentos compatibles e incompatibles, por lo que es necesario evitar determinadas combinaciones de estos alimentos que pudieran provocar alguna reacción no recomendable. Afortunadamente casi todas las combinaciones de frutas y verduras u hortalizas frescas son compatibles, con la única excepción de los cítricos, el melón y la sandía; estos últimos deben tomarse solos.

En la actualidad es posible preparar las bebidas a base de frutas y verduras en la licuadora o en el extractor, separando sus componentes, lo que hace que su digestión y asimilación sea más fácil, rápida y no se mantenga mucho tiempo en el estómago e intestino para no provocar alteraciones digestivas, fermentaciones o la producción de sustancias tóxicas.
Debemos considerar que para que esta clase de terapia tenga buen efecto terapéutico, o un efecto revitalizante, las frutas y las verduras deben estar maduras, frescas, íntegras, naturales y libres de productos químicos.








Los jugos de frutas y verduras tienen acciones específicas: fortalecen, revitalizan, depuran, ayudan a reconstituir las células, desintoxican y energizan el cuerpo; las verduras, además de sus componentes vitamínicos y minerales, contienen clorofila, la cual tiene grandes propiedades terapéuticas: como resultado de ser la asimiladora de la energía solar y cósmica, produce el intercambio entre oxígeno y bióxido de carbono. De acuerdo con el doctor Bernard Jensen, es tal la importancia de los vegetales que sugiere que debemos integrar dentro de esta terapia algunas yerbas curativas, ampliando su utilidad en diversos problemas y padecimientos.
Algo importante en todas las bebidas de frutas es elegir la base líquida de alguna fruta, lo mismo que en las verduras, pues una particularidad de los jugos es que su digestión se efectúa en la tercera fase, o sea, en el intestino delgado: los azucares, los almidones o féculas y las grasas son degradadas y absorbidos en esta secuencia, siendo el procesamiento final de éstos en el hígado.


Las verduras, gracias a la celulosa que contienen (aunque en el jugo queda poca cantidad de ella), nos ayudan a evitar el estreñimiento, al igual que algunas frutas (excepto las secas), las cuales aumentan la peristalsis intestinal. La forma de ingerir los jugos es poco a poco o trago a trago, buscando siempre el deleite al retenerlos en la boca por un momento y as' mezclarlos con la enzima ptialina proveniente de las glándulas salivales para iniciar su digestión.



Todos los jugos son nutritivos y la forma más adecuada de tomarlos es una hora antes del desayuno o de dos a tres horas después de la comida, nunca junto con los alimentos. En casos especiales de tratamiento la recomendación estará a cargo del médico.


existen terapias exclusivamente basado en jugos sin otro alimento adicional, pero lo recomendable es la supervisión de un médico naturópata o nutriólogo alternativo, para conocer con precisión la cantidad, la indicación, el uso, la frecuencia y la duración del tratamiento.

La variedad de los jugos o bebidas es importante para tener equilibrio, principalmente cuando se relacionan con las estaciones. Así, tenemos que las temporadas de preparación o preventivas son la primavera y el otoño, quiero decir que es conveniente durante esas estaciones ingerir los alimentos que la naturaleza nos brinda para preparar el cuerpo a los cambios climáticos con su respectiva carga de enfermedades, como la gripe o catarro, la bronquitis, las neumonías y otras en el invierno, o las afecciones típicas del verano, como son las infecciones intestinales, alergias, deshidratación, etc. Además de las constantes del año, se debe tener en cuenta el estado físico, la actividad que se realiza y el estrés o tensiones que se viven. Si la persona está enferma o padece alguna afección como la diabetes, se deben evitar los jugos que contengan azucares, sólo deben administrarse bajo supervisión médica.